lunes, 26 de noviembre de 2012

Colección de lágrimas

La lluvia repiqueteaba en la repisa de la ventana como si de un taladro se tratara, mientras la chica estaba sentada en el sillón. Intentaba desesperadamente ordenar sus pensamientos, una maraña de ideas y sentimientos sin coherencia. Miedo, felicidad, amor, odio, irse, quedarse. Todo se le pasaba por la cabeza mientras la lluvia ponía la música de fondo. Se levantó lentamente del sillón. Estaba en ropa interior y llevaba una manta por encima, pero aún así tenía frío, por eso se dirigió a la habitación. Cogió un sudadera que le había regalado un viejo amigo y unos pantalones de pijama. Luego volvió  al salón y miró a través de la ventana. Acariciaba el cristal frío, intentando seguir las gotas que caían. Parecían lágrimas. Lágrimas de cristal, tan resistentes y a la vez tan frágiles. Un cosquilleo le recorrió el cuerpo, y una sensación de miedo le invadió. Y en ese instante, alguien tocó a la puerta.
"¿Quién será?", se preguntó. No esperaba visita. Alguien, como si le hubiera leído la mente, gritó... "Abre, ¡soy yo!"; (siempre le había parecido estúpida esa respuesta, "yo" somos todos). La chica reconoció la voz, y abrió sin mirar por la mirilla.
-¡Por fin! Venga, vamos, tenemos muchas cosas que hacer.
-Ahora no tengo tiempo, ni ganas-dijo la chica
-Nunca tienes tiempo ni ganas.
"Cierto", pensó la chica.
-Bueeeeeno...
Y así empezaba otra conversación consigo misma. Se contaban todo, y se ayudaban. Toda ese entresijo de pensamientos se iba ordenando poco a poco.
[...]
-Entonces, ¿por qué tienes miedo? Si es lo que quieres, no tengas miedo. Deja de poner excusas.
-No es tan fácil.
-Es más fácil de lo que piensas. ¿Sabes qué? Creo que tienes miedo a ser feliz, y así no puedes seguir adelante nunca.
[...]
La lluvia paró de repente, y la chica se despertó. Estaba aturdida y le dolía la cabeza. Tanteó a oscuras hasta que encontró la lámpara y la encendió. El libro que estaba leyendo había caído al suelo y estaba abierto por la página que estaba leyendo. Le gustaba subrayar las frases que más le gustaban de los libros que leía y justo antes de dormirse había subrayado una: El miedo es la excusa para no intentarlo.

Luna Plateada


2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo, el miedo es la excusa perfecta para muchas cosas. A veces la felicidad está ahí, pero el miedo nos impide alcanzarla. Muy buena entrada, Luna.
    un abrazo.

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  2. El miedo en algunas circunstancias nos ayuda,pero la mayoría de las veces nos paraliza!

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