miércoles, 6 de febrero de 2013

Las cenizas del ave fénix

Me acuerdo de aquel día perfectamente. Tenía más o menos 6 años, y era una noche calurosa de verano. Estaba haciendo un puzle cuando mi padre me dijo que teníamos que ir a la playa, a despedirnos de alguien. No lo entendí muy bien, pero recogí el puzle, y me vestí. En realidad me encantaba la idea de salir de noche de casa, a esa edad era lo más emocionante que podías hacer.
Un fénix siempre resurge de sus cenizas, pase lo que pase.
Y cada vez que lo hace es aún más fuerte que antes.
Fuimos en silencio durante todo el trayecto, de pequeña tampoco me gustaba hablar mucho. Aunque sentía mucha curiosidad, me podía más la emoción. Llegamos a la playa, y allí estaba un amigo y su padre. Nuestros padres se conocían desde hace mucho, y siempre jugábamos juntos, porque teníamos la misma edad. Pero el hermano mayor no estaba.
Mi padre me llevaba de la mano, y cuando estábamos a la altura de ellos, vi que mi amigo estaba llorando. Su padre llevaba una especie de jarrón en la mano, y con la otra abrazaba a su hijo. Fui corriendo hasta mi amigo y le abracé. No me gustaba que la gente llorase, y cuando lo hacían, me ponía igual.
Nuestros padres nos calmaron, y nos llevaron a la playa. Nos sentamos en la arena, escuchando el mar de fondo, y el padre de mi amigo sacó un puñado de cenizas de aquella urna. En aquel momento no lo entendí, pero luego sí. Aquello eran las cenizas del fallecimiento, partículas de una persona consumida por la muerte. Era la madre de mi amigo, que murió unas semanas antes de cáncer.
El padre le ofreció a mi amigo que cogiera las cenizas, pero él no pudo. Se paralizó, ni lloraba, ni hablaba, ni se inmutaba. Incluso creo que aguantó la respiración todo aquel rato. Mientras, yo no paraba de llorar. Me sentía tan pequeña, tan diminuta. No sabía que mi vida podría acabarse, que la muerte estuviera ahí de verdad.
A veces me pregunto si seré la siguiente. Si algún día la muerte llamará a mi puerta sin avisar, y me vaya sin poder despedirme. Ahora es cuando me doy cuenta de lo efímera que es la vida, y lo mucho que nos preocupamos por tonterías. 
Pero, aún así, no hay que temerle a la muerte, es sólo un trámite más. Hay que saber resurgir de las cenizas, como el ave fénix.

Luna Plateada

7 comentarios:

  1. Asi es la vida. Aquello que quedo renacera en otra cosa y asi por toda la eternidad. Como cuando las hojas de un arbol caen y mueren y alimentan al suelo, lo nutren y hacen nacer otras numerosas plantas y flores.

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  2. Es una parte más de la vida. Sin ella no seriamos como somos. Es triste y tremendamente irremediable.

    Un beso (:

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  3. Reflexionando sobre ese ser con guadaña llamada muerte llegas a la conclusión de que es absolutamente necesaria. Sin ella no disfrutaríamos de esas pequeñas cosas, de esos lindos momentos que hacen que esta banal existencia sea un poco más gratificante.
    Buen post Luna
    Cristian D González (Tragicomedia existencial)

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  4. Es un texto realmente hermoso y triste. Me recordó al día en el que perdí a mi madre y a todos esos sentimientos que pasaron por mi cabeza ese día... puff... A veces desearía que pudiéramos renacer de nuestras cenizas siempre que nos hiciera falta algún cambio o olvidar ciertas sensaciones.
    Un beso, me paso ♥
    http://believebreathedream.blogspot.com.es/
    Pd: ⏃Desde Gallifrey a Hogwartsϟ

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  5. Es triste pero si no hubiera muerte no apreciaríamos lo hermosa q es la vida.
    Y tienes mucha razón, hay q saber resurgir de los malos momentos, de hecho el fénix es uno de los seres con más magia y q tiene un significado especial para mí. Yo espero poder resurgir pronto y ser más fuerte q antes :)

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  6. Cuando nacemos traemos dos compañeras: la vida y la muerte. Cuando morimos sólo nos vamos con una.
    Qué triste es perder a los seres más queridos, no volverles a ver, a oir, a tocar y qué vacio queda en nosotros.
    Mas yo sigo pensando que nunca mueren si los mantenemos vivos en el corazón.
    Un abrazo, Luna.

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  7. La muerte no es tan mala, lo que duele es pensar en la tristeza de tus seres queridos :(
    La vida va y viene, no hay que desperdiciar ningún mínimo segundo. Supongo que entenderé esto de la muerte cuando algún día la llore. Saludos

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